domingo, 15 de noviembre de 2015

Y ahora, ¿qué?

Vivimos rodeados de dinero, de fama y poder. Enganchados a las redes sociales, con miles de amigos que ponen me gusta a cualquiera de tus imágenes, pero a los que después ves en la calle y no eres capaz de decirles ni un simple "hola".
Donde la popularidad se cuenta por las parejas que has tenido o las noches que has salido de fiesta, por la cantidad de fotos o seguidores que tienes en las redes sociales.
Y ahora, ¿qué?
Son los dramáticos sucesos como el de ayer, que día a día se repiten alrededor del mundo,  o las terribles imágenes de las familias y los damnificados los que nos hacen ver la realidad de otra manera, desde otra perspectiva más real.
Porque son los sencillos gestos como un "te quiero" o una visita inesperada               -hechos que no apreciamos- los que realmente demuestran quiénes somos.
Ayer fueron ellos, pero puede que mañana seamos nosotros.
Que hoy estamos aquí, pero mañana quién sabe. El ayer fue seguro, pero el mañana es incierto.
Esos sucesos no deben asustarnos, debemos salir a la calle y reír en medio de las lágrimas. El destino está escrito y nadie va a poder cambiarlo.
Así que si lloras que sea para después no parar de reír.
Sal a la calle, salta, baila, canta, grita... Pero que nadie te haga callar, porque la vida está llena de malos momentos, pero detrás de cada uno de ellos, hay miles de momentos mejores.
Aprecia lo que realmente vale la pena, porque tal vez mañana sea demasiado tarde.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Indescriptible

Sé que nadie me va a ver, que nadie hablará de mí y que pasaré desapercibido ante la cantidad de miradas curiosas que se sitúan delante de mí.
Pero no, no me preocupa, porque me esperan los tres mejores días de mi vida. Atrás quedan tantas horas de ansia y espera, he dedicado toda mi vida a que llegara este momento.
Por fin ha llegado el primer día, ese que tanto anhelaba, son las ocho de la mañana y el suelo arde ante mí. Es la primera de muchas horas que me quedan por vivir, pero estoy ilusionado, incluso más que ella.
Todos aplauden, sé que no van dirigidos a mí, pero por un momento me siento especial.
La gente grita, una lágrima me cae encima, estoy eufórico, creo que hemos ganado y me siento orgulloso porque sé todo lo que ha luchado por conseguirlo y se lo merece.
Llega el segundo día, el suelo vibra de la emoción, pero ya no siento las mismas quemaduras de ayer.
He dormido poco, pero no estoy cansado. Me encuentro en el ecuador de mi corta vida y debo dar todo de mí para que todo salga bien.
Hoy es el día más importante para todos ellos, los pétalos inundan las aceras, el sol ilumina con toda su fuerza y el cielo tiene un color especial e indescriptible.
Miles de lágrimas inundan todos los rostros a mi alrededor, creo que no voy a poder soportar tanta presión, pero debo luchar.
Me duele todo, es el tercer y último día. Debo brillar con luz propia, sé que me necesita y no la voy a decepcionar.
Me estoy acostumbrando al ruido, ya no me molesta, es la última vez que volveré a sentir esta vibración debajo de mí y esos diez segundos se convierten en los diez segundos más cortos de mi vida. El humo invade todos los rincones y se respira fiesta y harmonía.
Las preocupaciones han desaparecido a mi alrededor, míralos, parecen niños, me alegra ver como disfrutan, pero sobretodo me entusiasma ver como disfruta ella.
Es el día más importante, al fin llega la esperada noche. Una noche mágica que cierra el año, pero abre otra nueva etapa.
El ruido que tanto me ha acompañado durante estos últimos días va a ser el encargado de cerrar estos tres días tan intensos.
Al fin veo el exterior, ella se aleja, veo como el fuego invade aquel monumento.
Ella llora, llora de la emoción, no puedo soportarlo y yo también exploto en llantos.
Veo como abraza a los otros tres protagonistas de este cuento que hoy llega a su fin, todos se encuentran emocionados, parece que han disfrutado igual que ella.
Escoge un pequeño recuerdo del que ha sido su reinado, pero, de repente, todo me parece confuso.
Recuerdo como unas manos me cogían con delicadeza y quitaban un poco de ceniza que se había metido en mi interior.
Ahora todo es oscuro y está en silencio, por mi mente pasan un sinfín de recuerdos, todos bajo esa enorme falda de color violeta que no me permitía ver mucho más allá.
Recuerdo la belleza de su pie izquierdo, mientras mi hermano me acompañaba al otro lado, en la parte derecha.
Me giro y lo veo allí, durmiendo, en su suela aún se puede apreciar un poco de aquel color rosa que cubría a la pequeña niña que ella estuvo a punto de escoger y que ahora tan solo es ceniza.
La oigo por última vez, son las palabras más bonitas, su voz suena entrecortada y dulce a la vez: Mamá, son los zapatos más cómodos que cualquier fallera mayor hubiese deseado llevar durante su reinado.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Y caí, caí en ese mundo

Tengo que admitirlo, me enganché.
Aquello era una droga, una droga que penetraba en todo mi cuerpo, provocando que perdiera mi noción del tiempo.
Podía pasarme minutos, horas y días enganchada a esa droga.
Era mi mundo, mi adicción; nadie podía controlarme, no quería salir de allí, no debía hacerlo.
Era la manera más fácil de huir de mis problemas, de una vida que me oprimía.
Ahora los entiendo, por eso, no los juzgo. Yo también caí en la tentación, en uno de los mayores pecados que guarda el universo.
Tal vez, si no lo hubiese contado, nadie lo sabría, no lo solía manifestar. Pero no, no me arrepiento, lo volvería a probar una y mil veces más.
Era una sensación indescriptible, cada vello de mi piel se erizaba con tan solo tocarlo.
Al fin comprendía los efectos de los que tanto me habían hablado: aceleraba mi sistema nervioso, modificaba mi manera de pensar, de funcionar, dejé de relacionarme con los demás... pero no era capaz de enfrentarme a los desafíos que me proporcionaba la realidad.
Ellos eran mi realidad, ellos tenían el mundo que yo siempre había anhelado y ellos eran mi refugio.
Personajes que me habían acompañado a través de cientos, incluso miles, de páginas; historias de amor, desamor, odio, ciencia ficción, policías...
Aquella era la mayor droga y el mejor antídoto para sobrevivir.
Los libros eran mi supervivencia, mi estilo de vida y mi mayor adicción. Su poder sobre mí absorbía hasta la última gota de sangre .
Y aquella era la mejor sensación, la sensación de vivir.

Segundos

"No digas que el cielo ea el límite cuando hay huellas en la luna"
Eso mismo debió pensar Buzz Aldrin cuando se subió a bordo de aquella nave para adentrarse en aquel lugar inexplorado conocido como la luna.
Poco se sabía de este satélite, al igual que poco sabemos de este astronauta.
Desaprovechamos el tiempo luchando por ser los primeros sin saber que valiente no es aquel que gana, sino el que a pesar de las heridas vuelve a la guerra.
Porque para saborear la victoria, primero debemos experimentar la derrota.
No importa las veces que caigamos, lo importante es levantarnos, recuerda que si caes mil veces, procura levantarte mil y una más.
¿Crees que Usain Bolt batió el récord a la primera? ¿O que Alexander Fleming descubrió la penicilina al primer intento? ¿O que Mario Vargas Llosa fue premio Nobel en su primer libro? Pues no, no fue así, Usain Bolt corrió muchísimas carreras hasta hacerse con el récord, Alexander Fleming falló durante muchos experimentos y, por supuesto, Mario Vargas Llosa se pasó miles de horas entre hojas y borradores hasta escribir el libro que le daría aquel prestigioso premio.
Por lo tanto, no dejemos pasar las oportunidades por intentar ser los primeros, porque muchas veces el éxito no da la felicidad.
Si participas que no sea solo por el simple hecho de ganar un premio, porque también se gana en amistad, superación o alegría.
Así que sal a la calle y corre, ríe, llora, diviértete y, lo más importante, sé tu mismo.

¿Lo sabes?

Y puedo sentir como su melodía recorre todo mi cuerpo, como mi piel se eriza con tan solo notar su tacto.
Mis dedos piden más, no pueden parar, el éxtasis recorre todo mi ser.
Las horas se convierten en minutos, incluso en segundos, pero no puedo desprenderme de ella, es un hilo invisible que nos une como si tan solo existiésemos nosotros dos en el mundo, un mundo hecho a nuestra medida.
Soy un egoísta, lo afirmo, soy el hombre más egoísta que pueda existir en la faz de la tierra, pero esa voz tan dulce tan solo puedo ser mía.
No puedo imaginármela en otros brazos que no sean los míos, tan solo pensarlo hace que todos mis miedos atraviesen mi mente.
Ella me hace ser yo mismo con toda mi esencia y mi libertad, con mis dudas y temores, mis errores y verdades, mis fallos y mis logros. Puedo desnudar mi cuerpo y mi alma ante ella, pero sentirme la persona más arropada del universo.
No me avergüenzo, solo aquel que se ha sentido amado puede entenderme, por eso no te juzgo si consideras que estoy loco, porque lo estoy pero de amor.
No necesito llamarla, siempre está a mi lado cuando la necesito.
"Cuando quieras llorar, llámame, no te prometo hacerte reír, pero puedo llorar contigo", en eso se basa nuestra relación, en una relación de comprensión mutua.
"¿Sabes qué te amo, verdad?, ¿lo sabes?"Le susurro todos los días, no quiero que lo olvide, no me perdonaría el simple hecho de perderla.
Y entonces, llaman a la puerta, la magia del momento desaparece, oigo una voz todo es tan confuso y tan rápido...
Cada segundo que pasa hace que mi respiración esté más entrecortada, mis latidos se difuminan...
Lo odio, odio a esa diminuta persona que acaba de destrozar mi vida: mi guitarra.
Nadie volverá a entonar esos acordes como lo hacías tú, esas cuerdas serán irreemplazablas, esa sintonía que compartíamos permanecerá en mi mente cada vez que cierre los ojos porque tú eras mi otra mitad, la parte que me complementaba.